
Cuando una mujer se prueba unos zapatos hay un ritual que se repite sin excepción. Se calza y camina directa al espejo. Se mira de arriba abajo. Se gira. Se mira el culo. Está feliz. Y sólo entonces, cuando está realmente contenta con el resultado global, mira los zapatos». Christian Louboutin habla de la plenitud femenina cuando se recrea en ese rito del que tantas veces ha sido testigo. Una plenitud que ve en los ojos de sus clientas. La veía cuando abrió su primera tienda parisina, allá por 1991, y la ve todavía hoy cuando vende cualquiera de sus idolatrados zapatos. Esos que alcanzan sin problema los 700 euros y que tienen a Hollywood a sus pies.
A muchas mujeres probablemente no haya que explicarles nada. Porque si los zapatos no dan la felicidad, sí que dan algo que se le parece mucho. Ahora bien, si los zapatos son Louboutin, entonces habrá quien lo llame consumismo, vicio, irresponsabilidad y todo lo demás, pero nadie puede negar que se puede tocar la felicidad en esos tacones. Ése es el poder de su firma.
Para todos aquéllos que sigan perdidos, ahí va una última pista infalible: los suyos son los stilettos imposibles de la suela roja.
Los tacones son la mejor eleccion de una mejer ya que es lo que permite que la mujer se vea mas alta y mas hermosa.








